El
ganado que acompañó a los primeros seres humanos que poblaron el archipiélago
canario (fundamentalmente cabras y cerdos) fue muy importante para todas las
islas (en Gran Canaria fue donde menos, pues la agricultura alcanzó aquí
mayores cotas de desarrollo). Y por eso mismo, los forrajes tuvieron siempre un
peso importante. Es muy probable, por ejemplo, que buena parte de los restos de
los cultivos sirvieran como alimento para el ganado, pero también la flora
autóctona, parte de la cual aún hoy sirve para uso forrajero: la vinagrera
(Rumex lunaria),
la tedera (Bituminaria bituminosa),
el cornical (Periploca laevigata) o
los tasagastes. Algunas de ellas (vinagrera) incluso han llegado a cultivarse
como forrajeras en lugares en las costas mediterráneas o Australia.
Estudios recientes del Instituto Canario de Investigaciones Agrarias (ICIA) muestran por ejemplo como el ganado caprino de las islas está perfectamente adaptado a una alimentación basada en estos vegetales, que complementados con cebada, aumentan incluso la producción y calidad de la leche; con la gran ventaja de que son plantas que se dan de forma natural y abundante en buena parte del territorio canario.
Imagen: Mary Anne Kunkel (s.f.). www.arbolesornamentales.es.